Las personas que forman parte del mundo de la televisión y aquellos a los que nos gustaría formar parte de ella algún día recurrimos constantemente a un dato numérico llamado cuota de pantalla (o en inglés share). A la hora de trabajar y analizar el grado de seguimiento de los programas, todos, incluidos los directivos de las grandes cadenas y hasta los anunciantes publicitarios, tomamos como nuestra referencia este dato que nos facilita un aparato de nombre audímetro. Pero ¿hasta qué punto son fiables los audímetros? En el siguiente vídeo se nos explica el proceso de obtención de información.
Desde la realización de este
documental el número de audímetros instalados en España se ha incrementado
ligeramente hasta los 4.625. ¿Realmente 4.625 audímetros colocados en otros
tantos hogares pueden representar fielmente los gustos televisivos de todo un
país de 47 millones de habitantes? La respuesta más lógica sería no. Entonces
¿por qué se da tanta importancia a los datos que nos ofrecen los audímetros?
Para responder a esta última
pregunta, recurriré a otra pregunta (sí, soy gallego): ¿existen otros sistemas
de medición de audiencias? Sí, en concreto el Estudio General de Medios (EGM), que consiste en una serie de encuestas presenciales en las que se pregunta
a los entrevistados sobre su exposición a los medios (es decir, no sólo a
televisión, sino también a radio, prensa, cine e internet). En el apartado
sobre televisión, el cuestionario se refiere a qué es lo que el entrevistado
vio durante el día previo a la entrevista y durante el último mes.
Además, en Cataluña tienen un
tercer sistema de medición: el baròmetre de
la Fundació Audiències de la Comunicació i la Cultura. Asimismo, la empresa GFK
realiza una serie de estudios cualitativos para la televisión catalana, TV3,
sobre la valoración de sus programas por parte de la audiencia. Cataluña, como siempre,
va a otra velocidad.
Por tanto, quedándonos con el
sistema audimétrico y el EGM, desde mi punto de vista los audímetros parecen más
fiables: aportan datos diarios pocas horas más tarde del fin de la jornada,
realizan mediciones exactas minuto a minuto y de forma electrónica (de modo que
no dan lugar a engaños o a despistes por parte del entrevistado) y consideran
universo de muestra a todos aquellos individuos a partir de los 4 años
(mientras que para EGM la edad mínima son 14). Además, la muestra de audímetros
es una de las más fiables del mundo: España es el séptimo país con más hogares
con este aparato.
Pero es obvio que la audimetría
se queda coja: 4.625 audímetros que representan a casi 12.000 individuos abarcan
un menor porcentaje de población que el EGM con sus entrevistas. Hay que tener
en cuenta también que las cuotas de pantalla están totalmente sometidas a los
vaivenes “caprichosos” de un grupo reducido de individuos.
¿Cómo se podría subsanar este
aspecto (aparte de con un mayor número de audímetros, claro)? Lo ideal sería
que todos los aparatos de televisión contasen con un dispositivo que recogiese
lo que se ve en cada hogar, con el problema de que la medición sería un acto obligatorio y
no voluntario como hasta ahora que además atentaría contra las libertades del
individuo.
Claramente el futuro pasa por
internet. Cada vez son más los espectadores que consumen televisión a través de
internet, ya sea en directo o en el servicio “a la carta”, por lo que se debe trabajar en un sistema que mida con fiabilidad la audiencia a través de la red. Y por supuesto no
podemos olvidarnos de la creciente influencia de las redes sociales,
especialmente Twitter. Actualmente se están testando varias experiencias de
medición de audiencias a través de esta herramienta, como la de Tuitele, que
informa sobre el “impacto social” (es decir, el número de comentarios en
Twitter) que están generando los programas de televisión en el mismo momento en
que se están emitiendo. Esto, junto con los famosos trending topics (los temas más comentados), es
un método cada vez más utilizado para analizar el éxito de los programas entre el público.
No obstante, esto puede llevar a ciertas incoherencias entre lo que dicen los audímetros y lo que
dicen los tuiteros: un buen ejemplo de
ello es “Alaska & Mario”, un fenómeno tuitero cuyo récord histórico de audiencia
según los audímetros está cifrado en un 2% de cuota de pantalla en MTV. Sin embargo, un espacio como "Hay una cosa que te quiero decir", que lleva algo más de un año otorgando a Telecinco buenos datos de audiencia en prime time, rara vez llega a ser trending topic.
Lo anterior nos lleva a lo evidente: el Twitter no es (todavía) una herramienta fiable para medir las audiencias de televisión. No todo el mundo es tuitero (según datos de junio de 2012, sólo unos 5,3 millones de personas son usuarias de Twitter en España). Esto se podría rebatir argumentando que tampoco todo el mundo tiene audímetros ni todo el mundo es encuestado para el EGM. Sin embargo, tanto la audimetría como el EGM seleccionan sus muestras a partir de una serie de rasgos sociológicos (edad, sexo, hábitat...), aspecto que los estudios de audiencia a partir del Twitter no garantizan. Además, entre los usuarios de esta red social, no todos la utilizan para comentar lo que están viendo en televisión.
Asimismo, los estudios actuales acerca del "impacto social" de los programas televisivos en Twitter sólo tienen en cuenta el número de comentarios en dicha red social, pero no el número de personas que realizan comentarios (dato que ayudaría a establecer un cierto paralelismo con la medición de audiencia a través de audímetros). Rizando más el rizo, el hecho de que un tuitero utilice el hashtag de un programa televisivo no implica automáticamente que ese tuitero esté viendo el programa en cuestión.
Por tanto, la fiabilidad de los datos de audiencia a través de audímetros, EGM, Twitter... es una utopía, del mismo modo que la objetividad es una utopía en el periodismo. Sin embargo, existen diferentes gradaciones y tanto las empresas de medición de audiencias como los propios anunciantes y medios de comunicación deben seguir trabajando en la obtención de nuevas vías de medición que nos acerquen lo máximo posible a ese ideal utópico de datos cien por cien fiables. Mientras tanto, todos seguiremos tomando los datos de los audímetros como si fueran la biblia televisiva.
@BorjaNeira89
Lo anterior nos lleva a lo evidente: el Twitter no es (todavía) una herramienta fiable para medir las audiencias de televisión. No todo el mundo es tuitero (según datos de junio de 2012, sólo unos 5,3 millones de personas son usuarias de Twitter en España). Esto se podría rebatir argumentando que tampoco todo el mundo tiene audímetros ni todo el mundo es encuestado para el EGM. Sin embargo, tanto la audimetría como el EGM seleccionan sus muestras a partir de una serie de rasgos sociológicos (edad, sexo, hábitat...), aspecto que los estudios de audiencia a partir del Twitter no garantizan. Además, entre los usuarios de esta red social, no todos la utilizan para comentar lo que están viendo en televisión.
Asimismo, los estudios actuales acerca del "impacto social" de los programas televisivos en Twitter sólo tienen en cuenta el número de comentarios en dicha red social, pero no el número de personas que realizan comentarios (dato que ayudaría a establecer un cierto paralelismo con la medición de audiencia a través de audímetros). Rizando más el rizo, el hecho de que un tuitero utilice el hashtag de un programa televisivo no implica automáticamente que ese tuitero esté viendo el programa en cuestión.
Por tanto, la fiabilidad de los datos de audiencia a través de audímetros, EGM, Twitter... es una utopía, del mismo modo que la objetividad es una utopía en el periodismo. Sin embargo, existen diferentes gradaciones y tanto las empresas de medición de audiencias como los propios anunciantes y medios de comunicación deben seguir trabajando en la obtención de nuevas vías de medición que nos acerquen lo máximo posible a ese ideal utópico de datos cien por cien fiables. Mientras tanto, todos seguiremos tomando los datos de los audímetros como si fueran la biblia televisiva.
@BorjaNeira89
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